lunes, 14 de noviembre de 2016

El juego como recurso didáctico en el aula.

El juego como recurso didáctico en el aula.

El juego ha estado supeditado a diferentes filosofías y corrientes pedagógicas, desde la concepción de la escuela tradicional hasta la más innovadora introducción de la ludomotricidad, haciendo de él una herramienta de gran importancia didáctica hoy en día por el gran potencial que presenta para el aprendizaje.


En este sentido, y en la medida que sus participantes son más o menos libres de la ejecución del propio juego, podrían diferenciarse dos clases básicas: 
Juegos espontáneos: caracterizados por no tener ningún tipo de reglas fijas, y por tanto ser muy creativos y libres en su desarrollo. 
Juegos dirigidos: donde existe un fin y unas reglas preestablecidas desde el inicio. Están destinados a un grupo determinado y presentan unos objetivos definidos. 


Ventajas.




- Área cognitiva-verbal: Inspira imaginación, creatividad, agilidad mental, memoria, atención, pensamiento creativo, lenguaje, interpretación del conocimiento, comprensión del mundo, pensamiento lógico.

- Área físico-biológica: Provoca en los alumnos movilidad, rapidez de reflejos, destreza manual, coordinación y despertar de los sentidos.

-  Dimensión Académica: Excita la apropiación de contenidos de diversas asignaturas, pero en especial, de lectura, escritura y matemática donde el niño presenta mayores dificultades.

- Área socio-emocional: Refleja la espontaneidad, socialización, placer, satisfacción, expresión de sentimientos, aficiones, resolución de conflictos, confianza en de sí mismos.


Desventajas.

- Del área socio-emocional: Falta de seguridad personal en cuanto la situación social familiar (por la crisis), timidez y sensibilidad aguda por su aspecto físico.

- Del área cognitiva-verbal y de la Dimensión Académica: A la falta de recursos peores remedios, se depende mucho de la ilusión de profesorado por dar la clase. 

Uso en las aulas.

En este sentido, y como profesionales de la educación, para emplear el juego como recurso educativo nuestra labor en las aulas debería estar dirigida a adecuar las clases a los intereses y necesidades del alumnado promoviendo la participación activa y creadora. De este modo, los contenidos y las actividades deberán ser amplios y variados ofreciendo la mayor riqueza de opciones posibles, y promoviendo espacios nuevos y estimulantes que favorezcan el descubrimiento por parte del alumnado y estimule sus capacidades creativas.

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